Inversión térmica:
En condiciones normales, el aire atmosférico se dispone en capas
de acuerdo a su densidad (su presión atmosférica) quedando el aire más denso,
con mayor peso, al nivel del suelo, mientras que el aire menos denso (de menor
presión atmosférica) se dispone a mayor altura. Así, la relación entre presión
y altura es sumamente estrecha, hasta el punto de que los altímetros se idearon
como un simple barómetro aneroide en el que se tiene en cuenta la disminución
de la presión para medir la altitud. Sin embargo, esa disposición se modifica
continuamente ya que el aire se calienta y se hace menos denso a nivel de la
superficie (marina o terrestre) lo que obliga a elevarse hasta encontrar un
nivel en el que ya no puede subir más. Pero, al elevarse el aire menos denso,
el vacío que deja en el suelo es ocupado por aire procedente de otras partes
donde es más pesado (por lo general menos caliente, es decir, con mayor presión
atmosférica). En ese momento, el aire más pesado y más frío a nivel del
suelo ya no puede elevarse porque el aire más cálido que ha subido antes forma
una especie de techo a cierto nivel, que es, exactamente, el nivel donde se
presenta la inversión térmica que existe en ese punto.
Una inversión térmica puede llevar a que la contaminación aérea,
como el smog, quede atrapada cerca del suelo, con efectos nocivos para la
salud. Una inversión también puede detener el fenómeno de convección, actuando
como una capa aislante. Si por algún motivo esta capa se rompe, la convección
de cualquier humedad presente puede ocasionar violentos temporales. También
este fenómeno puede llevar a una tormenta de hielo en climas fríos.
Lluvia acida:
Es la precipitación, normalmente en forma de lluvia, pero también
en forma de nieve o niebla, que presenta un pH del agua inferior a 5.65. Ésta
implica la deposición de sustancias desde la atmósfera durante la
precipitación. Las sustancias acidificantes pueden presentar un carácter
directamente ácido o pueden adquirir dicha condición por transformación química.
Esmog:
El esmog1 (adaptación fonética del acrónimo smog, que deriva de
las palabras inglesas smoke —'humo'— y fog —'niebla'—), también conocido por el
calco "neblumo" o "niebla contaminante", es una forma de
contaminación originada a partir de la combinación del aire con contaminantes
durante un largo período de altas presiones (anticiclón), que provoca el
estancamiento del aire y, por lo tanto, la permanencia de ellos en la
troposfera y a veces, en la estratosfera, debido a su mayor densidad. Existen
dos tipos de esmog: industrial y fotoquímico.
El esmog tiene algunas consecuencias graves que no se debe tomar a
la ligera: puede causar problemas respiratorios, especialmente en personas que
tienen asma; puede dañar las membranas pulmonares, lo que causa dolor,
malestar, tos e irritación de garganta; también produce sequedad en los ojos.
El esmog puede causar cáncer de pulmón en la misma medida o incluso mayor de lo
que lo puede hacer fumar. El esmog también afecta a árboles y cultivos.
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